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martes, 8 de enero de 2013

La energía que somos

El cuerpo es el templo de la vida.
La energía es la fuerza de la vida. 
El espíritu es el gobernador de la vida.
 El desequilibrio de uno de ellos daña a los tres.
Cuando el espíritu asume su mando, 
el cuerpo lo sigue de forma natural
y esta disposición beneficia a los Tres Tesoros.
Cuando el cuerpo dirige, el espíritu lo sigue
y eso daña a los tres tesoros.
 
Clásico Wen Tse
(Siglo 1 A.C.)


Es práctica habitual mirarnos al espejo y reconocernos, ver nuestro cuerpo, nuestro rostro, apreciar su densidad, su masa, aceptarnos o rechazarnos, dependiendo de lo que nos amemos a nosotros mismos.

Pero… ¿de verdad sabemos lo que estamos viendo?

¿En serio crees que TÚ eres esa cosa dura y densa que se refleja en el espejo?

Si piensas que sí, no es extraño que seas un barco a la deriva en la tempestad de tus emociones. Un barco que hace agua, que se estrella contra los escollos, un barco que cree que no tiene timonel, o mejor dicho que los timoneles no existen.

Pero aún es más grave pensar que la tempestad no existe, que este es el estado normal de todos los barcos, y por tanto ni te planteas alcanzar aguas más calmadas.
La realidad es, que eres barco y timonel al mismo tiempo pero seguramente no lo tienes muy asumido, eres cuerpo y espíritu a la vez ERES ENERGÍA.

Cierra los ojos un momento, imagina el universo (o tal vez los universos), vibrando. Imagina la luz, imagina la fuerza electromagnética, siente la energía calor. Todo ello como algo que está compuesto de muchas partes que se mueven muy deprisa.

Ahora supón que esas fuerzas sutiles impalpables pierden velocidad en cuanto a su tasa vibratoria, cada vez sus partículas se mueven más y más despacio, se acercan entre sí; cuando alcanzan la frecuencia vibratoria adecuada se vuelven densas. Nuestro lenguaje ya no las define como energías, las llama MATERIA , y eso, esa energía condensada es lo que se refleja cuando nos miramos al espejo, es la silla en la que nos sentamos, es el pan que comemos y el agua que bebemos, es lo que pensamos, lo que decimos, aquello que nos gusta y aquello que nos duele. 

¡¡ TODO EL UNIVERSO ES ENERGÍA!!
¡¡ SOMOS ENERGÍA CONDENSADA ¡!

Imaginemos una cuerda de guitarra cuando está vibrando, se ve transparente, sutil, etérea, no parece que tenga densidad ¿verdad?

Si cuando esta cuerda está vibrando y por tanto produciendo un sonido armónico, afinado, el que le corresponde según su condición de cuerda templada, le acercamos un objeto, su esencia, “su sonido” se va a transformar en algo bastante desagradable, en un chirrido, la cuerda ya no está siguiendo el plan para el que fue creada, ya no manifiesta su “espíritu” (su vibración armónica).
Aún manteniendo intactas sus cualidades, un agente externo le está haciendo desafinar. 

¿Te imaginas qué infeliz debe sentirse la cuerda?

Ahora supongamos la misma cuerda en reposo, sin vibrar, le acercamos el mismo objeto, no pasa nada, no desafina, pero tampoco manifiesta su espíritu, en este estado, es un objeto inerte (aunque los objetos inertes no existen). 

¡ESTE ES NUESTRO ERROR!

Si pensamos que somos un cúmulo de sangre, huesos y nervios que no vibran, que son duros, estáticos, inalterables por ingerencias sutiles, no seremos capaces de reconocer y de evitar los estados de “tempestad” que se producen dentro de nosotros.
Simplemente pensamos que estamos a salvo, y nuestras desarmonías las achacamos a “otras cosas”.

Pero cuando se acepta que se es energía, vibración, que somos “sutiles”, no resulta difícil comprender que otras energías puedan desarmonizar la aparente masa densa que creemos ser.

Las emociones, la capacidad intelectiva y nuestro cuerpo físico son un todo indivisible, y la alteración de cada uno de ellos puede causar la alteración de cualquiera de los otros.
El cuerpo físico, nuestra energía más densa, está surcado por un gran número de vías por las cuales circula una energía más sutil que los médicos chinos hace ya miles de años, denominaron QY , la tradición hindú la llama Prana.

La misión del QY es la de mantener la vida. Al igual que la sangre y los fluidos corporales circulan oxigenando, nutriendo, hidratando y limpiando el cuerpo, el QY es el medio por el cual todos las funciones tanto orgánicas como sutiles se pueden realizar, es algo así como la electricidad que hace funcionar a un electrodoméstico.
Podemos decir que QY es el nexo de unión entre el cuerpo más denso y otros cuerpos más sutiles, todos ellos perfectamente imbricados entre sí.

Si el estrés nos atrapa, si las emociones se desbordan, si los problemas cotidianos nos desarmonizan, estas autopistas del QY se van a “atascar”, bloqueando la circulación de la esencia de la vida, de la energía.

Como consecuencia, nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestro espíritu, van a empezar a perder la conexión. Les será muy difícil trabajar en equipo produciendo un estado de desequilibrio, inespecífico al principio pero, cada vez más concreto si la alteración persiste; hasta llegar al estado que nuestro lenguaje define como enfermedad.

Al principio, las alteraciones son leves, una contractura muscular aquí, un poquito de acidez gástrica allí, alguna que otra noche de insomnio, que si un pequeño olvido, la presión arterial puede empezar a alterarse, alguna que otra cefalea, la libido y la capacidad sexual comienzan a decrecer. Dejamos de ser seres encantadores para transformarnos, seguramente de forma puntual al principio, en Mister Hyde, etc. Etc. Pero todo ello es “normal”, le pasa a todo el mundo.

Después de un tiempo mayor o menor, dependiendo de la capacidad de resistencia de cada uno, nos encontramos consumiendo hipotensores, tranquilizantes, antidepresivos, somníferos, antiácidos, analgésicos, etc. etc.

Comentamos la efectividad de nuestro completísimo arsenal medicamentoso con los amigos, compañeros de trabajo, con vecinas y vecinos; se prueba la píldora que toma Menéndez que parece ser más rápida en esconder el molesto dolor y además hace menos daño al estómago. Resulta que el somnífero que toma Conchi, que a su vez le recomendó su cuñado, no le produce a la mañana siguiente el atontamiento que le causaba el que usaba antes, y rápidamente nos lo compramos y se lo damos a nuestra pareja.

Pero eso no es todo, sólo es el principio, el día menos pensado, uno o una, se despierta en una UCI. 

¡A Paco, el marido de Nati, le ha dado un infarto a los 35 años!
Comenta Luis a su mujer.

Otra posibilidad es: María tiene un cáncer de mama. ¡Sólo tiene 30 años!

Sólo son dos ejemplos del infinito abanico de posibilidades que se pueden dar.

Las enfermedades no son nunca casuales. No nos ha señalado un dedo maligno y a consecuencia de ello enfermamos. 

¡TODAS LAS ENFERMEDADES SON LA CONSECUENCIA DE NUESTROS ERRORES!

La falta de conocimientos en como canalizar los factores que nos perturban es causa de enfermedad.

Nuestras pautas de comportamiento erróneas son causa de enfermedad.

La falta de comunicación entre lo que podemos llamar cuerpo mental y cuerpo emocional, es causa de enfermedad.

EL DESEQUILIBRIO, ES CAUSA DE ENFERMEDAD.

En tus manos está evitar el curso considerado “normal” para tu vida.


Antonio Plaza
Lcdo. en Medicina Tradicional China






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