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jueves, 29 de agosto de 2013

Hablemos de tetas

Hace unos días leí que en una de las tiendas de Valladolid de la cadena Primark, una madre lactante había sido “invitada” a salir de la tienda y usar la sala de lactancia mientras amamantaba a su bebé. 
 
A raíz de este incidente, se convocó a todas las madres lactantes a manifestarse en la puerta de las distintas tiendas de la cadena y hacer una tetada masiva reivindicando este… ¿derecho?

 
Siguiendo con las reivindicaciones, se ha creado una petición en Change.org para solicitar a Ana Mato (Ministra de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad) una ley de protección para la lactancia materna en público.

 
Muy bien, y ahora me pregunto ¿en qué parte de la “involución” me he quedado?.

 
La alimentación forma parte de las necesidades vitales de los seres vivos. Nosotras, las mujeres, como animales mamíferos que somos, alimentamos a nuestras crías con nuestras mamas, las que parecen estar destinadas únicamente al placer sexual (propio y ajeno).

 
En qué cabeza cabe que una madre amamantando a su bebé sea un acto impúdico. Qué ojos retrógrados pueden ver este acto como algo sexual e inmoral. Y es que creo que tanta involución nos está desnaturalizando.

 
Nuestro cuerpo, al que considero una máquina perfecta, está preparado para crear vida. Durante meses, alimentamos a nuestro bebé dentro de nuestro útero y le aportamos todo lo que necesita para nacer. Biológicamente, ambos (cría y madre), estamos preparados para el momento del parto, todo tiene su sentido, cada paso está marcado por la propia naturaleza y por supuesto, estamos preparados para alimentar a nuestras crías. Forma parte de la vida. Pero como ocurre en muchas ocasiones, dejamos de escuchar a nuestro cuerpo, llevándonos a ser la única especie que va en contra de su instinto.

 
La lactancia no es un derecho que defender, ni necesita una ley protectora. Es algo vital, es naturaleza pura.


                                                                                                                   E.M.B.
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