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domingo, 19 de enero de 2014

La Comuna. Leyes (II)

La Comuna Colectiva deberá tener sus bases en la ley de amor. 

La ley de amor es ley madre de todas las demás leyes que rigen el Universo y la única ley del creador. Su conocimiento implica el grado máximo de la sabiduría y la práctica del amor puro por el amor desinteresado, es decir por el amor mismo, que es la perfección del espíritu en los seres humanos. El amor está escrito y manifiesto en todas las cosas de la naturaleza, y en todo el universo, solo lo que nos falla es, saber leer en ese gran libro universal, ya que hasta el sol de hoy, solo hemos podido aprender únicamente la palabra, debido a que el amor fue sustituido por la caridad, impuesta por la religiones, cuando en realidad debe ser piedad, lo cual es más justo en sentido humano. 

Queda demostrado por los hechos, y esta tácito, el seguir redundando en más de lo mismo, por lo que, tratar de continuar gritándole a un sordo que no quiere oír, es el colmo de la sordera mediática. 

Nuestra ley de amor la componen a su vez 4 leyes de necesidad que son: 

· Ley de Afinidad. 

· Ley de Justicia. 

· Ley de Igualdad. 

· Ley de Compensación. 

La ley de Afinidad: 

La ley de Amor tiene un ejecutor especial, que es la ley de Afinidad: Cuya ley gobierna y administra. Sin ella nada sucede ni nada se crea. Esta ley está escrita en todas nuestras obras de química. Todas las familias se constituirán como tal, en virtud de esta ley, que está en justicia, motivado a que de esta manera todo lo homogéneos es reunido en su justa medida; todo lo que le pertenece es colocado en sí y en los sitios y en el tiempo matemáticamente justo. Siendo cumplido este punto, son señalados los techos, las epopeyas y los momentos históricos, naciendo así de la ejecución de esta ley, la ley de justicia. El amor de familia se afirma y se expande a su plenitud con el amor fraternal universal; mientras más extenso sea el amor, mayor será el progreso y la civilización. Con el crecimiento del amor universal será aminorada hasta su posible extinción el Crimen. En la medida que el amor universal, extienda sus ramas, las guerras no tendrán más lugar, la política no será un ardid, los gobiernos y la administración, recaerán en el ser humano común, quien estará preparado para ello. Hasta hoy solo se conoce el amor carnal, el amor de bestias, el amor propio, todo lo cual ha conducido a nuestra humanidad por el sendero del amor a lo ajeno. 

Con el amor puro, no hay ricos ni pobres; primeros ni segundos; y nadie en ninguna parte del planeta es extranjero: en todas partes los seres humanos tendrán los mismos derechos, pero en todas partes todos trabajaran para todos. Nuestro sistema actual cuya estructura es piramidal, todos trabajan para uno, para el más audaz; para el más malo, desaparecería por completo, debido a que la abundancia es egoísta. Esto lo podemos demostrar con un simple ejemplo: El ser humano en la actualidad emplea todas sus fuerzas en la ejecución de 100 libras, lo cual lo hace sudar y retrasar el disfrute del beneficio, lo cual equivale a cien veces uno. Si por el contrario, para ese mismo esfuerzo de 100 libras, juntamos 100 seres, por lógica que trabajaríamos 100 veces menos y disfrutaríamos del beneficio 100 veces antes y se disfrutaría de verdad, porque no habría cansancio; en nuestra actualidad, cuando se llega a disfrutar del trabajo individual el ser humano esta fatigado y desecho, sin tiempo para sí mismo y su familia; y quien que se encuentra en esas condiciones consume el producto, pero jamás lo disfruta. 

En esta verdad matemática se edifica nuestra Colonia colectiva. Con el amor puro, la inflexible ley de Afinidad une a los seres por atracción, por sentimientos, por caracteres y se afirma el amor de familia, en la que se disfrutan los regalos de un padre común, dad cual es fiel en su balanza. En el amor puro no existe la desorganización, la miseria, los celos, ni el cuidado ajeno. En el amor puro, todos se respetan, todos a todos se ayudan; porque todo a todos se consideran iguales y todos saben que todos tienen los mismos derechos; pero todos saben también que tienen obligaciones con todos, por amor desinteresado, porque todos del trabajo viven y porque el amor impone la ley del progreso y el progreso es común. Por lo tanto el trabajo es colectivo y el usufructo colectivo también. Esta es la esencia de la justicia, en la más absoluta Libertad sin libertinajes; lo mismo que el amor puro mata el amor propio, la libertad, derivado del amor, mata el libertinaje. En consecuencia el amor es universal y nos pone en unidad, comunión y comunicación universal. 

La Ley de Justicia: 

El amor no puede ser si justicia, ni ciego. El amor es sabiduría y por lo tanto, de derecho es justicia y la justicia tiene que ser todos ojos. Si la justicia obra a ciegas, no puede ser justicia. Esto final es lo que hasta hoy se ha pregonado por los administradores del planeta. La justicia por ley de afinidad, tiene que poner cada hecho en su sitio y preparar un sitio para cada hecho. Nada sucede en la tierra y el universo sino dentro de la misma estricta justicia, por lo tanto la casualidad no existe. 

La Ley de Igualdad: 

La ley de igualdad es la siguiente ley especial de la ley del Amor, ya que por esta ley todos los seres humanos son llevados inflexiblemente al comportamiento de todos sus deberes en voluntad y amor. Con esta ley queda manifiesto en amor y Justicia que no existen razas, castas, jerarquías ni títulos nobiliarios hereditarios, en verdadera justicia. 

· Igualdad absoluta en el trabajo. 

· Igualdad absoluta en el usufructo. 

· Igualdad absoluta en la ley y sin exclusión de sexo. 

· Igualdad absoluta en todo. 

No existiendo supremacía, se le dará paso a la superioridad en sabiduría, la que obliga en amor a enseñar al más ignorante, implicando reconocimiento, pero sin humillación ni supremacía, porque está dentro de la ley de justicia y es lo que constituye la armonía del amor. El hombre y la mujer complementan la armonía, y los derechos y las obligaciones proporcionales en el seno de la familia son en absoluto iguales ante la comunidad. 

La Ley de compensación: 

En cuanto a la ley de compensación están justa como todas las cosas de la creación, debido a que en la administración colectiva todos y cada uno disfrutan de lo que se produce y en comunidad de mutuo acuerdo , no siéndole posible por el control de la propia conciencia, tomar más de los necesario. El amor al prójimo y el progreso nos llevan al trabajo colectivo en común, al estudio y que siempre mirando mas allá, habrá más perfección, la cual se está obligado a conquistar. Partiendo del principio pedagógico, matemático y moralista que afirma y las acciones lo demuestran “Un cuerpo sano genera pensamientos sanos,” Debemos por lo tanto y es de toda necesidad tener precaución; por lo tanto es obligatorio pesar todas la razones que nos asistan para obrar, pudiendo ver de antemano los resultados del trabajo; y siendo esto así, la lucha irracional que hasta ahora se ha librado en estas últimas tres generaciones, no tienen ya mas cabida. Como es lógico entender si vemos nuestra madre tierra como un cuerpo viviente, que ha estado generando por millones y millones de años y en eterno amor y sacrificio por sus hijos nuestra raza humana, alimentos y oxígenos y materias primas para nuestra egoísta y suprema tica existencia, es lógico también entender, que una cosa si no funciona de una forma, debe por lógica racional y razonada funcionar de otra manera. 

Todo ello se desprende, debidamente asistido de la razón pura, es hora de sanear el cuerpo de nuestra madre tierra. Debemos nosotros como hijos paridos de ella misma, ayudarnos igualmente en colectivo, a sanear nuestro cuerpo tanto físico como moralmente, lo cual nos permitirá mejores pensamientos, los cuales en unidad de pensamiento, le darán la potencia necesaria a nuestro planeta para terminar de empujar el progreso inmediato que necesitamos, a fin de concluir nuestra maravillosa tarea de vida. Nuestra madre tierra está saturada de desperdicios tóxicos, la hemos estado aniquilando, acabando y exterminando. 

Ya es saturante seguir redundando en más de lo mismo y persistir en concéntranos en problemas y más problemas, propio de seres suprematicos y egoístas perdedores, de riqueza temporal. Estamos siendo supervisados por un ser superior y absoluto, a quien debemos rendirle cuentas de nuestra tarea que aún está por cumplirse, un ser que es puro amor y como jamás ha sido egoísta, porque nos ha dado toda la libertad jamás imaginada, impresa en el libre albedrio, que tampoco jamás implicara que debamos hacer el mal cuando nos venga en gana, ya que queda taxativamente definido que todo el bien posible es lo único que debemos hacer. 

Será posible que no podamos reconocer con la inmensa y debida humildad alcanzable, que como líderes del planeta hemos sido tan mezquinos y tan barbaros, que vamos a terminar de extinguir nuestra hermosa raza humana con una hecatombe nuclear final, porque jamás las armas han servido de arado para labrar las tierras, que hasta ahora nos dan el poco alimento maltrecho y saturado de tantos tóxicos, que ya tampoco ni siquiera podemos consumir, por lo cansados que estamos de tantas guerras, por lo cual tampoco jamás lo hemos podido disfrutar en estas sufridas condiciones. 

Martín Rodríguez Larrazabal.

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