Quería presentar en esta entrada la explicación que da el antropólogo Marvin Harris a uno de los tabúes alimentarios más conocidos: se trata del fenómeno de la “vaca sagrada”. Es decir, el hecho de que los hindúes no se alimentan de vacas.
Harris plantea que muchos occidentales creen que los hábitos alimentarios de países del tercer mundo están dominados por la ignorancia y por creencias religiosas irracionales y es que la ignorancia es muy atrevida (e imprudente). Incluso hubo expertos agrónomos occidentales que dijeron que el tabú contra su sacrificio permitía que vivieran en la India 100 millones de vacas “inútiles”.
Harris afirma que el hecho de proteger a las vacas es un ejemplo de sabiduría colectiva y que ha permitido a millones de personas en la India no morirse de hambre.
Este antropólogo pertenece a la escuela llamada “materialismo cultural”, que busca dar una explicación de los aspectos culturales a partir de las condiciones materiales en las que vive una población; se parte de que la vida social humana es una reacción frente a los problemas prácticos de la vida terrenal y se estudian las relaciones entre producción, reproducción y ecología para comprender los acontecimientos de la vida humana.
Su tesis es que la irracionalidad del tabú hindú contra el sacrificio y consumo de vacuno es un producto de la imaginación de los occidentales, en realidad permite a la población india consumir más, no menos, productos de origen animal.
El autor describe en “Bueno para comer” (ed. Alianza) los beneficios que obtienen los hindúes por no comerse a las vacas: aprovechan sus excrementos para cocinar (el excremento de vaca calienta la comida lentamente y dura mucho), como fertilizante y en parte también (mezclada con agua) para hacer una pasta que recubre el suelo del hogar. Además beben su leche (la variedad de vaca que tienen se llama cebú, es una vaca que da muy poca leche pero esa pequeña cantidad para las familias pobres indias es fundamental) y utilizan su fuerza de tiro para arar sus campos (esta especie trabaja literalmente hasta caer muerta).
La tesis del autor es que no ha sido la religión la que ha influido en las costumbres dietéticas sino que más bien han sido las costumbres las que han influido en la religión.
La prohibición del consumo de carne de vaca tuvo un origen histórico, en unas circunstancias ecológicas y sociales determinadas; durante el primer milenio antes de Cristo la carne de vaca se consumía en la India, los vedas (pueblos ganaderos y agrícolas que dominaban la India septentrional entre el 1800 y el 800 a.C.) no la protegían.
Cuando creció la población el antiguo estilo de vida de semipastoreo dio paso a formas intensivas de agricultura y explotación lechera del ganado. Con una densidad de población en aumento, el ganado empezó a competir con el hombre por los recursos alimentarios y su carne se hizo demasiado costosa. Limitar el consumo de carne y sustituirlo por el ordeño permitía sustentar a más gente.
Hacia el año 600 a.C. los niveles de vida de los campesinos estaban en declive. En esta situación aparecieron religiones como el budismo y el jainismo, contrarias a la matanza de animales, esta prohibición encontró eco en las aspiraciones de los campesinos más pobres.
Harris cuenta que el hinduismo se impuso al budismo en la India pero previamente los brahmanes se convirtieron en protectores del ganado. La leche en vez de la carne se convirtió en el principal alimento ritual del hinduismo. Esta doctrina era más popular y además era un sistema de agricultura más productivo.
Se mantiene a los animales en un estado de seminanición hasta que se los necesitan para el trabajo. Se alimentan de tallos, paja, hojas y desperdicios caseros. En el momento de la roturación reciben raciones extra consistentes en tortas de aceite prensadas a partir de residuos de semillas de algodón, soja y coco no aptos para el consumo humano.
La vaca es indispensable como fuerza de tracción en una situación pre-industrial con una alta densidad demográfica y una agricultura dependiente de la lluvia, es la especie domesticada que mejores servicios puede rendir en el suelo y clima de la India: es fuerte como para tirar de un arado, soporta los climas húmedos y necesita consumir menos hierba y paja por kilo de peso otros animales; en las condiciones que predominan en la India con mayoría de explotaciones pequeñas los bueyes son más eficaces que los tractores que además tendrían que ser alquilados (cosa que también puede hacerse con los animales).
Aún en el caso de que una vaca sólo tenga un ternero cada tres o cuatro años y sólo produzca 2 ó 3 leche al día el valor combinado de los terneros, la leche y el estiércol rinde un beneficio que eleva en un tercio o más la renta familiar de los pobres. Tener una vaca da al campesino un punto de apoyo, le salva de los prestamistas o de tener que exiliarse a Calcuta por no poder arar su tierra.
El hecho de no comerse o vender una vaca hace que en el muy corto plazo pierdan una comida valiosa o ingresos pero les permite en un plazo más largo sobrevivir puesto que es mucho más lo que sacan de las vacas manteniéndolas vivas que si se las comieran. Así, la prohibición religiosa contra la reaparición de los hábitos alimentarios basados en el consumo de carne de vacuno energéticamente costosos y socialmente divisivos hizo posible que el país rebosara de vida humana. Además la prohibición del sacrificio desalienta el desarrollo de una actividad envasadora de carne, industria que sería ecológicamente desastrosa en una tierra tan densamente poblada como la India. Otra consecuencia de sacrificar las vacas sería que habría que comprar costosos combustibles como madera, carbón o queroseno.
Por tanto fueron las condiciones sociales y ecológicas las que llevaron a que la vaca fuera protegida como manera de mantener a una población humana creciente; además Harris plantea un dato que no puede ser explicado por el tabú religioso y es el hecho de que las diferentes regiones de la India muestran tasas de masculinidad en el ganado notablemente distintas dependiendo del tamaño medio de las explotaciones, la pluviosidad, los cultivos y la proximidad de ciudades en las que pueda comercializarse la leche. En definitiva, dependiendo de que a los campesinos locales les interese tener más vacas o más bueyes.
Los campesinos no matan deliberadamente a las crías del sexo que no les interesa sino que por ejemplo si quieren deshacerse de una becerra le colocan un yugo de madera con forma triangular alrededor del cuello de modo que al tratar de mamar pinchan las ubres de las vacas y éstas las cocean y matan o bien mediante negligencias, prestando menos cuidados al sexo que les es menos útil por ej. dejando a las crías de el sexo “inútil” mamar menos tiempo de sus madres y más a las de sexo que les interesa tener.
Vicente.