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lunes, 25 de abril de 2011

El especismo y derecho de los animales (Ideas de Peter Singer sobre los derechos de los animales)

El especismo es la actitud que consiste en discriminar en base a la especie a la que pertenece un ser. Al igual que el racismo o el sexismo esta actitud consiste en dar distinto valor a un ser frente a otro no en base a sus características intrínsecas sino en base a la especie de la que forma parte. 

En nuestra cultura judeo-cristiana esta actitud se fundamenta por la creencia de que las personas tenemos un alma inmortal y los animales no. Esto crea un abismo entre ellos y nosotros. Dios en la Biblia da a los hombres el poder sobre los animales. En nuestra tradición tenemos a filósofos como Descartes que consideraban a los animales meros autómatas (como relojes) y así era capaz de diseccionar vivo a animales (sin anestesia) y no pensar que les estaba causando dolor: los ruidos que emitían eran ruidos de muelles que había tocado. Kant afirmó sobre los animales: “No son conscientes de sí mismos, y están ahí meramente como un medio para un fin. Ese fin es el hombre”

En otras culturas esto no es así y de hecho existen religiones como el hinduismo y el jainismo que muestran un respeto por las otras formas de vida que está muy alejado de la falta de consideración que encontramos en nuestra cultura. El precepto del ahimsa (no violencia) prohíbe dañar a otras formas de vida y ha llevado a millones de seres humanos a no alimentarse de animales. 

Pues bien, si nuestra concepción del mundo no se basa en la existencia de Dios ni de un alma inmortal que tenemos los humanos pero no los otros animales, debemos plantearnos la evidencia de que la diferencia entre nosotros y los animales es de grado, es decir, los animales tienen muchas de nuestras capacidades en distinto grado (tanto de sentir como de pensar) y así confrontar la coherencia entre nuestras ideas y nuestro trato a los otros animales. (Con esto no quiero decir que una persona que crea que somos seres con alma frente a los demás seres no pueda ser capaz de ser sensible al sufrimiento animal; el abismo creado por esta creencia explica nuestras actitudes acríticas y la educación que hemos recibido). 

El planteamiento ahora es: si la mera pertenencia a una u otra especie no marca la diferencia ¿qué lo hace?, cómo podemos justificar la horrible vida y la muerte de los millones de animales con los que nos alimentamos cuando es algo que no necesitamos (lo que está demostrado por la existencia de millones de personas que por distintos motivos –éticos o religiosos- han vivido sus vidas sin alimentarse de animales muertos, así como por la medicina actual que afirma que incluso las dietas carentes de todo tipo de producto animal lo son -en este caso con algunas consideraciones-, sobre lo que podemos consultar el siguiente link tp://www.vegetarianismo.net/nutricion/ada.htm, donde está traducido el documento de la Asociación de Dietistas Norteamericanos). 

El filósofo Jeremy Bentham escribió en respuesta a Kant en 1870: “Puede llegar el día en que el resto de la creación animal adquiera esos derechos que nunca se le pudo haber negado de no ser por la acción de la tiranía. Los franceses han descubierto ya que la negrura de la piel no es razón para abandonar sin remedio a un ser humano al capricho de quien le atormenta. Puede que llegue un día en que el número de piernas, la vellosidad de la piel, o la terminación del sacro sean razones igualmente insuficientes para abandonar a un ser sensible al mismo destino. ¿Qué otra cosa hay que pudiera trazar la línea infranqueable? ¿Es la facultad de la razón, o acaso la facultad del discurso? Mas un caballo o un perro adulto es sin comparación un animal más racional, y también más sociable, que una criatura de un día, una semana o incluso un mes. Pero, aun suponiendo que no fuera así, ¿qué nos esclarecería? No debemos preguntarnos: ¿pueden razonar?, ni tampoco: ¿pueden hablar?, sino: ¿pueden sufrir?” 

No podemos hablar de que una piedra tenga intereses pero sí de que un animal los tiene porque siente (puede sufrir y disfrutar) y al menos tendrá el interés en vivir una vida sin sufrimiento. 

Que los animales tienen esta capacidad es algo que nadie puede poner en duda, en el caso de los mamíferos que nos comemos y con los que experimentamos (primates, vacas, cerdos, conejos, ratones, perros, gatos…) las similitudes de nuestro sistema nervioso son tan amplias que no merece la pena ni hablar de ello. En otros casos como aves y peces las similitudes son menores pero ningún investigador dudaría de sus capacidades de sentir. Todos estos animales tienen sistemas nerviosos que detectan posibles daños o peligros y están preparados para huir de ellos y ponerse a salvo. 

El argumento de que los otros animales comen animales es fácilmente rebatible: ellos no tienen alternativa y además nosotros no tenemos por qué guiarnos por lo que ellos hagan. 

Singer afirma que lo que hoy damos por supuesto y consideramos natural (como comer animales, experimentar con ellos…) puede no serlo dentro de un tiempo, de hecho cuando la feminista ilustrada Mary Wollstonecraft escribió reivindicando los derechos de las mujeres en el s. XVIII, el filósofo de Cambridge Thomas Taylor escribió un libro satírico sobre los derechos de las “bestias” diciendo que lo siguiente sería reivindicar los derechos de los animales y afirmó que puesto que era absurdo pedir derechos para los animales también lo era pedirlos para las mujeres. Afortunadamente mucho ha cambiado (al menos en nuestra sociedad) desde entonces y hoy nosotros no vemos como absurdo que las mujeres se hayan ganado el derecho a ser consideradas seres humanos adultos y capaces. 

El movimiento de liberación animal se encuentra con dificultades que no han tenido otros movimientos de liberación (como el de los negros, los gays…) porque en este caso los oprimidos no pueden auto-organizarse, no van a luchar por sus derechos y además la inmensa mayoría de los humanos nos beneficiamos de la situación vigente. 

El movimiento en pro de los derechos de los otros animales se basa en el principio de igual consideración de intereses. Si reconocemos que los otros animales tienen intereses (y al menos tienen el interés en que no se les haga daño puesto que sienten) debemos tener en cuenta dichos intereses. No se pretende dar los mismos derechos a los otros animales que a las personas (nadie, en contra de los estúpidos argumentos de la derecha mediática cuando se debatía el tema del proyecto gran simio en nuestro parlamento, ha pedido que los chimpancés puedan votar en las elecciones). A menudo reconocer derechos a los otros animales supone simplemente dejarles vivir la vida que naturalmente tendrían. Dejar de comerlos, cazarlos por deporte, encerrarlos en zoos, ir al circo, matar ballenas por su grasa, vestirnos con sus pieles… 

El principio de igual consideración de intereses de por sí no lleva a la abolición total de los experimentos sobre animales pero sí excluye la inmensa mayoría de la experimentación, la reiteración de vivisecciones en las facultades de ciencias, la experimentación sobre nuevos cosméticos, nuevos champús, colorantes y otros productos no esenciales, las descargas eléctricas a miles de animales, la privación de comida o del calor materno en experimentos de psicología de dudosa o nula utilidad en los que se usan ratas, perros, gatos y primates. 

El argumento tampoco concluye que debamos eliminar todo producto de origen animal en nuestra dieta, puede estar dentro del respeto a este principio comer huevos producidos orgánicamente, por gallinas criadas en libertad. En el caso de la leche y los lácteos habría que ver si las vacas son preñadas artificialmente, si cuando paren les quitan sus crías para sacrificarlas, si pastan el libertad, si las alimentan con hierba en vez de piensos… (en definitiva plantearte la ética de lo que comes: investigar de dónde viene lo que comes y plantearte si en la manera de producirlo se han tenido en cuenta las necesidades de los animales. Creo que muchos de nosotros cambiaríamos nuestra dieta tan sólo con ver cómo se produce lo que comemos, simplemente no podríamos soportarlo). 

En principio, Singer no entra en el hecho de matar animales para no complicar más el asunto. Sólo habla de causar dolor a seres sensibles y es evidente que la industria de la alimentación causa grandes cantidades de dolor en millones de animales, que son considerados meras máquinas productoras: el sistema lleva a maximizar el beneficio que se obtiene de ellos independientemente de los horribles sufrimientos que se les causan. No es factible criar animales a gran escala sin hacerles sufrir condiciones de vida inhumanas. 

Otros autores dentro del movimiento en defensa de los animales tienen posturas abolicionistas y plantean el fin de toda experimentación con animales y la extensión de las dietas veganas (es decir aquellas que no utilizan ningún producto de origen animal). Entre ellos podemos mencionar a Tom Regan, autor de “Jaulas vacías”.

Vicente.
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2 comentarios:

  1. Ya era hora de que leyese una serie de libros, los de "El clan del oso cavernario". Me están encantando porque se aprenden un montón de cosas sobre la Prehistoria, en la que se relata (entre otras muchísimas cosas) cómo los hombres se hacían con comida para el invierno, cómo recolectaban frutos y vegetales de cualquier tipo (presumo que antes había quizás más variedad, antes de que tocásemos la Tierra con nuestras inteligentes zarpas)y cómo cazaban.

    Aparte de comer animales herbívoros (carnívoros no, con ellos mantenían una relación de competencia sobre la caza de los primeros), habla también del respeto que les tienen, porque saben que les dan un alimento que necesitan: carne. E incluso las curanderas curan a conejos y otros animales que encuentran heridos, a pesar que otro de su misma especie pueda ser asado para comérselo, pero al enfermo no. Imagino que no les ven en condiciones "normales" de escapar y no se quieren aprovechar de ello.
    Sus dioses protectores (cada uno del clan tiene uno) son todos animales. Y el gran dios es el Oso Cavernario. Según cómo sea la persona, le proteje el espíritu de un animal que se ajuste a las características de esa persona. Idolatran a los animales.

    Digo esto porque noto una enorme diferencia entre el respeto hacia los animales de estos hombres y nosotros, que a más evolucionados en unas cosas, menos estamos en otras.

    No creo que se respete mucho a una vaca hormonada ni a una gallina que no ha salido de una jaula en toda la vida. No creo que sea forma de tratar a un animal. Y menos si luego te lo vas a comer, porque su mal también será para ti. Pero así estamos, cada uno es libre de comprar sus alimentos en uno u otro sitio. Luego ya repercutirá en la salud, probablemente.

    Respecto a la experimentación con animales. Me voy a ceñir en la Medicina, porque a la experimentación para fabricar cosméticos no le veo yo mucha utilidad, no creo que sean cosas sin las que no se pueda vivir.

    Sinceramente, prefiero que un medicamento se pruebe antes en un animal que en una persona. Pero solo, SOLO, si no hay ningún otro medio para saber sus efectos secundarios o su actividad.

    Sobre las vivisecciones... no sé si hay ciertos estudios que no se puedan realizar con el animal ya muerto. O si esto tiene que ser así y no se puede hacer con un cadáver humano.

    Imagino que incluso los veterinarios, para curar a animales vivos, tendrán que estudiar el cuerpo de otros de su misma especie. Con nosotros, no sé, hay animales muy parecidos e imagino que por eso se hará.

    La verdad es que me gustaría que esto no tuviese que ser así, y solo lo justifico si realmente no hay otro medio de estudiar ciertas cosas.

    Sobre que los animales sienten no tengo ninguna duda. Y de que piensan tampoco. A menudo me pregunto qué pasará por su cabeza, porque algo seguro que pasa. Aunque no tanto quizás en la de una hormiga comparada con un perro...

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  2. completamente de acuerdo con este post. me ha gustado.

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