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miércoles, 12 de enero de 2011

El huevo. De la gallina a la mesa.


La realidad de las gallinas ponedoras esconde un sistema de crianza que resulta tan despiadado como espeluznante

La vida de una gallina ponedora, aquella destinada a la producción de huevos, es una vida esclava desde el principio. Se crían en las incubadoras de grandes granjas industriales donde al poco tiempo de nacer se clasificará a los pollitos hembras y a los machos. Estos últimos no sirven para este negocio, por lo que son eliminados. Los animales pasan apelotonados por una cinta transportadora y según se adivina su sexo, los machos se tiran vivos a un contenedor donde mueren asfixiados unos con otros, o se arrojan a la picadora, una trituradora de alta velocidad donde mueren también de manera cruel en esta matanza despiadada y multitudinaria.

Con cuatro meses una gallina está capacitada para poner huevos y es entonces cuando se la traslada a la granja de gallinas ponedoras. Allí, las condiciones en las que viven son propias de un campo de concentración. Cada edificio puede albergar más de doscientas mil gallinas. Las aves se apilan en el interior de jaulas amontonadas en torres que llegan hasta el techo; en Europa se alcanzan los nueve niveles de altura y en Japón hasta dieciocho. No sólo hay una saturación de jaulas sino de gallinas dentro de las mismas. Los animales están tan apiñados compartiendo jaulas, que viven encogidos, sin poder moverse, girarse, estirarse o realizar actividades necesarias como anidar o picotear; además, se les recorta el pico para que no intenten mutilarse así mismas ni atacar a otras. El despicado es una dolorosa técnica de mutilación que se realiza ante el número de lesiones y conductas de canibalismo provocadas por la tensión y frustración del encierro al que son sometidas.

El hacinamiento les crea, además, lesiones de patas y alas, así como fracturas óseas debido a la falta absoluta de movimiento y tumores derivados de una alimentación hormonal y los altos niveles de estrés al que son sometidas. En estas dimensiones no hay espacio siquiera para un huevo, por eso el suelo de las jaulas se encuentra en desnivel, de tal manera que éste rueda hasta una cinta transportadora.

Este método de crianza es lo que se denomina como “gallinas de batería” y, desgraciadamente, el 80% de esta población avícola en Europa, se ve sometida a esta técnica.

La alimentación de estas gallinas se basa en hormonas y antibióticos, como la del resto de animales criados en granjas industriales, de este modo engordan lo ante posible y sus huevos también. No es de extrañar que este tipo de manipulaciones resulte perjudicial para el organismo de los animales que desarrolla enfermedades y, por tanto, de los consumidores.

Si hay algo que recuerda todo aquel que ha visitado este tipo de granjas es la terrible imagen descrita así como el olor. Las gallinas, unos de los animales más limpios que hay, no pueden asearse, ni darse baños de arena.  Al estar apiladas las jaulas unas sobre otras, resulta inevitable que los excrementos caigan sobre las de abajo. Así pues, es fácil imaginar que en estas condiciones de falta de higiene proliferen infecciones, además de las enfermedades que supone a alas aves inhalar el olor de los altos niveles del amoniaco y el polvo del lugar.

La mayoría de las gallinas ponedoras acaban en el matadero al año de vida; otro tema lleno de irregularidades debidas a las condiciones de hacinamiento en las que viajan al mismo y el método en que los animales son sacrificados.

En 1996 el Comité Científico Veterinario Europeo publicó un informe donde se reconocían los problemas físicos y psíquicos que supone a las gallinas dichas condiciones. Así, la ECFA (European Coalition for Fram Animals) y diferentes organizaciones europeas de protección animal, han logrado que se establezca el 1 de enero del próximo 2012 como la fecha tope en que estas jaulas sigan vigentes; a partir de entonces se prohibirán, aunque habrá un periodo de transición para que dichas empresas se adapten, algo que podrían ir haciendo desde ya. Asimismo, esto no supone que todas las gallinas se criarán libres a partir de entonces; aún seguirán vigentes las llamadas jaulas enriquecidas en las que las gallinas  tienen algo más de espacio y una percha donde poder dormir, como acostumbran a hacer estas aves, pero sin dejar de llevar un cautiverio en reducidas dimensiones.

Identificar el tipo de huevo es fácil. Cada uno lleva una numeración y es el primer dígito el que indica el sistema de producción y tratamiento que ha tenido esa gallina.

- Los que empiezan por el número 3 son los huevos de gallinas criadas en baterías. Son más grandes porque sus proteínas están manipuladas con hormonas y antibióticos, su cáscara es fina  y su yema no tiene casi color ni sabor.

- Los que empiezan por el número 2 corresponden a gallinas criadas en suelo.  Miles de gallinas se aglomeran en una nave. No están enjauladas y tienen perchas donde subir a dormir, pero no cuentan con mucho espacio debido al elevado número de ellas; tampoco cuentan acceso a zona exterior donde airearse o tomar el sol.

- Los que empiezan por el número 1 pertenecen a gallinas camperas. Conviven juntas en un recinto cerrado no muy amplio para tal cantidad de aves. Tienen, además, un espacio exterior pero éste suele ser tan reducido que menos de la mitad pueden tener acceso a él.

- Los huevos que empiezan con el número 0 pertenecen a gallinas ecológicas. Son las únicas que están criadas en el campo, en un hábitat natural y propio para ellas. Se alimentan de manera sana para su salud, y por tanto, para la del consumidor. Estos huevos generalmente se encuentran de venta en el mismo corral o en establecimientos especializados en alimentos de pueblo o productos naturales del campo como huevos ecológicos, verduras o cereales de características similares.

Para aquellos que consumen huevos, es recomendable que opten el bienestar del animal y por tanto la calidad del producto, aunque no deben olvidar que su consumo supone la muerte de pollitos machos no seleccionados y gallinas ponedoras al cabo de un año.

A continuación hemos resumido algunos de los comercios donde poder adquirir productos ecológicos.

Madrid:
-Biomundo. Distribución de productos naturales.
-Ecocentro. Restaurante vegetariano y tienda ecológica de productos alimenticios y librería.
-El Punto Verde. Alimentación biológica, frutas y verduras.

Málaga:
-La Huerta y La Tierra. Productos naturales y de la Agricultura Ecológica.
  
Zaragoza:
-Ecotienda La Tierra.

Oviedo (Asturias)
-Ecoastur

Palma de Mallorca
-Avena. Alimentación biológica.
-Es Rebost. Supermercado biológico. Frutas y verduras frescas.
-Naturavis CB. Empresa productora de huevos ecológicos.

Terrassa (Barcelona)
-Alternativa 3. Productos biológicos de comercio justo.

Barcelona
-Bio Bio Bio. Alimentos biológicos, fruta y verdura fresca, alimentos infantiles, productos dietéticos, cosmética natural.

Santiago de Compostela (Galicia)
-Bioconsumo Soc. Coop.

El Raal (Murcia)
-Abellán. Fábrica de conservas vegetales procedentes de agricultua ecológica.

Alaquàs (Valencia)
-Ecomediterrània COOP. V. Venta directa. Reparto a domicilio.

Rosi Legido.
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2 comentarios:

  1. Rosi: tu artículo me ha conmocionado. Sabía que han desaparecido las gallinas "normales" que ahora sólo existen las gallinas ponedores, incapacitadas para engendrar.
    Lo que no tenía ni idea es de la crueldad con que se las trata.
    Te felicito por denunciar estas atrocidades y te apoyaré en todo lo que pueda y sepa contra esta barbaridad que, seguramente, está justificadísima por señores "bienpensantes".
    Un saludo

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  2. sí mcarmen, leí lo que escribiste sobre las gallinas de las de antes que ya son eso, de antes, porque ya no hay. Me encantó porque es una información que poca gente sabe y estaba muy bien contada. es increible que manipulemos hata tal punto la natulareza y los seres vivos.

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