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miércoles, 19 de enero de 2011

¿Quién es más ladrón?

Es en los momentos de crisis cuando la realidad individual y colectiva debe reajustarse, pues crisis es cambio. De este modo tenemos que procurar que los más necesitados (los realmente necesitados) dispongan de un apoyo colectivo proporcional al ritmo de crecimiento de la sociedad en la que viven. Es para estos menesteres, entre otros, que existe un sistema de impuestos, de los que el Estado dispone para diferentes fines como infraestructuras, obras, becas, ayudas, pensiones y el pago a sus propios trabajadores.
Así pues, tenemos por un lado una serie de recursos que el conjunto de la población aporta con su trabajo y por otro lado un grupo de personas elegidas democráticamente, que nos representan y disponen estos recursos en arreglo a lo que ellos consideran las necesidades de los miembros de su sociedad. Ahora bien, ¿qué pasa cuando vemos que sistemáticamente estos recursos que generamos todos no se aprovechan de forma eficiente o directamente se malgastan? Es muy fácil gastar el dinero ajeno, como parece hacer la clase política con dobles o triples sueldos cuando su dedicación laboral debería ser exclusiva atendiendo a la gran responsabilidad que conlleva la representación de un Pueblo, pensiones vitalicias muy generosas compatibles con otros sueldos cuando a algunos pensionistas apenas les llega para una vivienda, o los casos delictivos flagrantes como bombazos inmobiliarios y demás casos de corrupción. Esto por no entrar en el pago a trabajadores funcionarios que toman cafés de dos horas, se fichan mutuamente e incurren en comportamientos que en cualquier otra empresa serían causa de despido procedente.
Es llegado este punto en el que uno parece entender a todos aquellos que ingenian cualquier treta para evadir impuestos, pues total, “para lo que va a servir”… Sin embargo, da la sensación de que el que opina de esta manera, si estuviese en el caso de disponer de estos recursos se comportaría de la misma forma que se permite criticar con vehemencia en el bar. Es más, aquellos que intentan evadir impuestos se permiten en ocasiones criticar la falta de ayudas del Estado o lo mal que se gestionan los tributos. Pero así como es fácil gastar lo que han generado otros, también parece muy fácil criticar a los gobernantes, sean del color que sean y tildarlos de ladrones, sinvergüenzas y estafadores. Porque es cierto que en muchas ocasiones se malversan fondos en beneficio de unos pocos que tienen la oportunidad de gestionar el dinero de todos, pero no es menos cierto que también hay particulares que intentan engañarnos (nuestro jefe con las horas extra, el mecánico con una pieza que no existe, el albañil con la mitad del presupuesto en A y la otra en B, etc, etc, etc). Y lo que yo pienso: “si esta persona ha intentado escatimarme veinte euros, ¿qué no haría si tuviera la oportunidad de embolsarse veinte millones?”
Entonces, ¿acaso la clase política no está reflejando nuestros propios males como sociedad? Al fin y al cabo lo de la picaresca es muy nuestro, en bastantes casos está bien visto y además se etiqueta de tipo listo al que actúa de esta manera. Por tanto, el político, el funcionario, el jefe, el mecánico, el albañil, el que evade impuestos, el que pide ayudas a sabiendas de que no las necesita y en general cualquiera que intenta estafar a otros, independientemente de la cuantía son formas de pensar y actuar que reflejan una conciencia social un tanto deficiente, una libertad restringida al “tanto tienes tanto vales” y en consecuencia sus actos no van encaminados al crecimiento conjunto de todos, sino a remarcar las diferencias aunque en el proceso ellos mismos pierdan dinero y un poco de humanidad.
Nicolás Rojas Cobelo
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2 comentarios:

  1. Absolutamente de acuerdo en todo.

    Solo una cosa: partiendo de la base de que si todos hiciésemos las cosas bien, probablemente saldríamos de esta crisis... a mí me sigue escaldando más que un político robe dinero a que lo haga un padre de familia que está en paro (o no), que haga una chapuza y la cobre en B si tiene que mantener a sus hijos.

    No defiendo el fraude fiscal, pero en algunos casos puedo llegar a entenderlo.

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  2. De acuerdo en parte contigo.
    Pero ¿Hacienda somos todos? o solo unos pocos, los que no tienen otra forma de defraudar. Todo esto es típico español, en centroeuropa no está bien visto.
    Si realmente tuviesemos un Estado social, el señor que se queda en paro no tendría la necesidad de hacer chapuzas. Es como los trabajadores que roban en sus empresas,lo hacen para compensar los "abusos" por parte de la empresa.
    Pienso que se necesitaría un cambio mucho más profundo que el que un expresidente cobre una pensión, esto es legal, nos guste o no. Es un cambio de leyes, de distribución económica, el despilfarro que supone la duplicidad de funciones de las Comunidades Autónomas, pero sobre todo de Educación (y eso se enseña en las escuelas).

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