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domingo, 20 de febrero de 2011

¿Cuánto vale tu voto?

El sistema electoral español, creado en la época de la Transición a la Democracia, ya no es representativo del sentir de los ciudadanos.

Vemos cómo el gobierno estatal pasa de unas manos a otras entre solo dos partidos, los “mayoritarios”, PP y PSOE, pareciendo imposible que salga elegido otro de los llamados “minoritarios”. Es decir, vivimos en un bipartidismo cíclico.


Sobre las Cortes Generales, Congreso y Senado, me centraré en el Congreso, de donde básicamente emanan las leyes, porque en mi opinión el Senado juega un papel totalmente secundario en nuestro país. La que decide nuestro futuro es la Cámara Baja, de la que emanan realmente las leyes.
 
En el Congreso existe también una mayoría de diputados de estas dos formaciones políticas mayoritarias, mientras que los partidos minoritarios "gozan" de muy poca o ninguna representación.


El porqué es sencillo: el sistema electoral actual está basado en la provincia, circunscripción electoral (artículos 68 y 69 de la Constitución Española de 1978). Además, el artículo 162 de la Ley Orgánica 5/1985, de 19 de junio, del Régimen Electoral General, en adelante LOREG, dice:


Artículo 162
1. El Congreso está formado por 350 Diputados.
2. A cada provincia le corresponde un mínimo inicial de dos Diputados. Las poblaciones de Ceuta y Melilla están representadas cada una de ellas por un Diputado.
3. Los doscientos cuarenta y ocho Diputados restantes se distribuyen entre las provincias en proporción a su población (…)
4. El Decreto de convocatoria debe especificar el número de Diputados a elegir en cada circunscripción, de acuerdo con lo dispuesto en este artículo.


Sin entrar en porcentajes y a grandes rasgos, la obtención de cada escaño (para entendernos, equivale a cada diputado de un partido político, ya que se refiere a la silla que ocupa en el Congreso) viene determinada por el mínimo inicial establecido y los restantes son proporcionales a la población de la provincia.

El problema radica en que ciertas provincias con mayor población, como por ejemplo Madrid o Barcelona, tienen mucho más peso que las provincias pequeñas porquen tiene un mayor número de escaños (diputados); además, congregan a un enorme número de votantes de los dos partidos mayoritarios, haciendo así que salgan elegidos. Y los partidos minoritarios, con un bajo porcentaje de votos (aunque por ejemplo un 2% en una comunidad como Madrid signifique un enorme número de votantes), quedan excluidos.

En Ceuta y Melilla, cada una con un diputado, independientemente del número de votos alcanzado por un partido, si este es el más votado aunque sea por muy poco, se lleva el 100% de la representatividad. Es decir, es como si los demás partidos “no existiesen”.


El problema de los partidos minoritarios, bajo este régimen electoral, es que, aunque obtengan muchos votos, estos están repartidos por todo el territorio nacional, lo que no sirve para obtener escaños ya que, como hemos dicho, “lo importante es la provincia”. Es decir, aunque sí obtengan en votos totales en todo el país una gran representatividad, en el Congreso no obtienen suficientes escaños (diputados), y en los peores casos, ninguno.


Por otro lado, la LOREG recoge la exclusión de los partidos minoritarios de la siguiente forma:


Artículo 163
1. La atribución de los escaños en función de los resultados del escrutinio se realiza conforme a las siguientes reglas:

  • a. No se tienen en cuenta aquellas candidaturas que no hubieran obtenido, al menos, el 3% de los votos válidos emitidos en la circunscripción.
Por otro lado, puede gustarnos más o menos un partido político, pero no sus candidatos, y en este mismo artículo se recoge:
  • c. Los escaños correspondientes a cada candidatura se adjudican a los candidatos incluidos en ella, por el orden de colocación en que aparezcan.
Por ello, mucha gente opta directamente por no votar o por votar a otro partido para que no salgan los candidatos que no le gustan de “su partido”.

Las razones que muchos esgrimen para mantener un sistema electoral que ha dejado de ser democrático para estos grupos minoritarios en aras del poder de los mayoritarios, son que nos proporciona estabilidad y gobernabilidad. Quizás esto hizo falta tras salir de la dictadura franquista, pero me temo que ahora mismo lo único que proporciona es una pobre representatividad de lo que la población realmente quiere.

De esta forma, los defensores del sistema electoral actual, argumentan que si se cambiase este sistema por otro donde el número de votos de un partido a nivel nacional fuese únicamente lo que se tuviese en cuenta para la obtención de escaños (suprimiendo la provincia como circunscripción electoral), la consecuencia primera sería que tendríamos un gobierno poco estable, con multitud de partidos diferentes con distintas inclinaciones políticas y que sería difícil llegar a mayorías absolutas o cercanas a las absolutas. Todo esto se traduciría en una débil gobernabilidad, donde no habría un grupo o grupos que "llevasen la voz cantante".

Pero en mi opinión el régimen electoral actual no es democrático. Según lo expuesto, y si no se da un cambio en este sistema, a los partidos minoritarios no les quedará más remedio, si quieren hacerse oír, que basar su representatividad por provincias para congregar sus votos que, como he explicado, aunque sean muchos, al estar repartidos por todo el país no les sirven para nada. Por ello, se ha dado una explosión del regionalismo, mediante el cual muchos partidos, para intentar salvar sus diferencias con los mayoritarios, trabajan sobre regiones y no sobre el territorio nacional, lo cual tampoco nos beneficia en absoluto.


¿Qué pasa con los votos en blanco?


No computan a la hora de repartir escaños en el Congreso.
Por ello, se formó un partido político llamado “Ciudadanos en Blanco” (CenB) que perseguía que los votos en blanco sí se tuviesen en cuenta en el cómputo para obtener un escaño, y sus representantes se comprometieron a que, si obtenían algún escaño en el Parlamento este quedaría vacío y devolverían los supuestos sueldos que obtendrían; y de no ser esto posible, lo dedicarían íntegramente a fines sociales. Tras las elecciones, CenB se disolvería tras haber conseguido su objetivo.
Pero esta nueva formación no obtuvo ningún escaño en el Congreso.

Pocas opciones tenemos los ciudadanos de cambiar el sistema electoral si no es mediante el voto. Nuestra Constitución, que tan trasnochada protege el actual sistema electoral, y leyes orgánicas (como la LOREG) están fuera de nuestro alcance, ya que no puede ejercerse la iniciativa legislativa popular para reformarlas. Por tanto, estamos en manos de los partidos políticos, y más en concreto, de los mayoritarios.


Lo único que podemos hacer, mediante nuestro voto, es apartar a las formaciones políticas dominantes y dar cabida a los partidos minoritarios para intentar que cambie el rumbo del país. La razón es simple: si con un bipartidismo cíclico no hemos mejorado nuestra situación, ¿qué tal si nos arriesgamos a probar un cambio?
Raquel Ruiz. 
votar

1 comentario:

  1. Articulito...

    http://blogs.publico.es/arturo-gonzalez/2011/05/02/3-reforma-de-la-ley-electoral/

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