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jueves, 10 de febrero de 2011

Una familia para todos los niños

Si en el mundo hay muchos menores que no tienen la suerte de tener una familia que les quiera, resulta lógico apostar por aquellas en las que los niños no sean biológicos. Si además, estos viven en países subdesarrollados, sin futuro alguno o precario, la idea de adoptarles gana más adeptos.

La adopción de un hijo es un acto en el que prima el amor y la sensibilización; por eso, y porque resulta más rápido y más fácil, la adopción internacional supera a la propia del país; y es que adoptar un niño español supone una espera de hasta casi nueve años.

En España, la comunidad autónoma con más adopciones es Cataluña, seguida de Andalucía, Madrid y la Comunidad Valenciana. Cada vez más parejas que pueden engendrar hijos propios, o que ya cuentan con ellos, se suman a esta iniciativa; así como hombres y mujeres solteros con ninguna intención de tener pareja. Asimismo, aunque en un porcentaje mínimo, hay quienes adoptan a niños con síndrome de Down u otras discapacidades psíquicas o, incluso, físicas.

Aquel que quiere ser padre o madre adoptivo debe cumplir ciertos requisitos como son: ser mayor de 25 años y una diferencia de 14 años mínimo con el hijo a adoptar; o en el caso de ser una pareja que al menos lo cumpla uno de los dos; no puede haber estado incapacitado judicialmente, ni haber sido privado legalmente de la patria potestad del menor.

Respecto a las parejas homosexuales, no pueden adoptar niños en el extranjero ya que las normas se rigen por las del país de origen del menor y ninguno con convenio, lo admite (únicamente Sudáfrica, pero no tiene convenio con nuestro país); pero un menor puede ser adoptado por una persona de manera individual, independientemente de su orientación sexual, salvo en China que es el único país que rechaza a un adoptante individual si es homosexual. De este modo muchas parejas de gays y lesbianas adoptan niños, o los tienen biológicamente mediante inseminación o contratando madres de alquiler. Aún así no se reconoce la posibilidad de adopción de sus parejas con lo que ante el fallecimiento o incapacidad del padre o madre biológico, no se garantiza que el niño siga unido con el otro padre o madre, algo ilógico completamente si lo que se pretende es pensar en el bienestar del niño.

Otra manera de dar una familia a un niño es mediante el acogimiento de menores. Este método ofrece la posibilidad de convivir con una familia el tiempo que sea necesario hasta reunirse con la suya; pero dicho acogimiento también puede ser permanente y ser una fase previa a la adopción definitiva.

Para la adopción internacional hay que solicitar informes en la agencia o ministerio responsable y contactar con una asociación de adopciones internacionales. Son asociaciones sin ánimo de lucro que destinan parte de ese dinero a realizar proyectos de cooperación internacional (asegurándose siempre de su fiabilidad y legalidad). Al igual que sucede con la adopción nacional, superadas unas pruebas psicosociales y diferentes entrevistas con los trabajadores sociales, se entregará el Certificado de Idoneidad.

Adoptar en el extranjero, es más rápido y fácil pero requiere una serie de requisitos y cierto nivel económico, ya que implica una serie de gastos. Dependiendo del país, el adoptante tendrá que estar un determinado tiempo en él para regresar con el niño, y no todas las personas pueden permitirse una excedencia en el trabajo de varios meses y pagarse la estancia.

Hay que contar, además, con el dinero invertido en el Certificado de Idoneidad, las tasas de autentificación de los documentos en el consulado ya que no siempre es gratis; la traducción de los mismos si es necesaria; los honorarios de un notario que los legalice, así como los del abogado, si es necesario, en el país de adopción.

Los costes del proceso de una adopción internacional varían en función del país; si el origen del niño es un país del Este el gasto es mucho más mayor que si es de Sudamérica. Hay que sumar también el dinero que se abona a la agencia de adopción. Varían también los requisitos en cuanto a cumplir con el perfil del adoptante, ya que en algunos países no se permite la adopción a parejas de hecho, en otros no se permite a solteros y en algunos como el Perú es requisito obligatorio que uno de los cónyuges tenga al menos la secundaria. También varía la edad mínima y máxima que exigen a los adoptantes y el tiempo de espera para que el menor sea adoptado.

Una vez que los futuros padres están en el país de adopción, conocen al niño y se relacionan con él. Después deben hacer la inscripción de la adopción en el registro del consulado del país de los padres en el extranjero y expedir el pasaporte del menor, y la solicitud del visado en el consulado español y la transcripción en el Registro Civil de España.

Con la llegada del niño, comienza una nueva vida en familia no exenta de dificultades, como la adaptación del niño a una nueva cultura, clima, alimentación, idioma… o, incluso, explicarle que es adoptado y resolver muchas dudas que tendrá en su día a día, como por qué sus padres biológicos no están con él o saber enfrentarse a posibles críticas de otros niños; aunque nada comparable con el hecho de ser padres y dedicarse por completo al que más quieres.

Rosi Legido.

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